Retorno a un viejo hogar - Ninfas y Mortales

Paso mucho desde la ultima vez que vine aqui. Nose si volvi para quedarme, pero si a pasar un tiempo. Dure lo que dure, hay que hacerlo ameno... pero primero debo sacar algo del polvo que se acumulo en el tiempo.

Ninfas y Mortales
 
Un viejo hombre se sienta en una roca ubicada en una playa con el único fin de contemplar el firmamento y hacer memoria del tiempo, de lo fugaz y constante de su movimiento; de lo afortunado que es como mortal de haber presenciado como tantas ninfas se convirtieron en diosas. El las quería cuidar, y a muchas las llego incluso a amar, siempre desde las sombras, porque un mortal no puede ser correspondido por una diosa.
En otros tiempos cuando aun las ninfas eran ninfas y el era solo un joven, estas se ponían a su alrededor y le contaban sobre temas de los cuales no le contaban a nadie mas, y se apenaban e incluso a veces lloraban. El joven a pesar de que quería tomarlas en sus brazos se limitaba a hablarles, a hacerles entender que no era el fin, que quizás habían tomado la decisión equivocada y de alguna forma, a veces ni siquiera el sabia como, lograba hacer que vuelvan a sonreír.
Las ninfas lo adoraban, para ellas él era un sabio, hasta quizás, un ser superior. Cabe mencionar que el joven no era caro a ningún Dios el profesaba que solo en contadas ocasiones creía en si mismo, y sonreía. El joven gustaba de la compañía de las Ninfas, sabia que si estaban con el nada malo les ocurriría ya que el no lo permitiría, aunque tuviese que dar su vida. Pero las ninfas, al fin y al cabo, son ninfas y tienen deberes que cumplir.

El viejo en sus recuerdos no podía evitar recordar con odio a los sátiros que se aprovechaban de ellas, encantándolas con sus palabras, prometiéndoles el olimpo y una melodía de Orfeo. Ellas primero crédulas, después embaucadas y luego abandonadas; volvían al joven que adoraban o este las encontraba y las socorría de su pena, o cuando menos lo intentaba. 

Pocas veces confeso su querer a alguna de las Ninfas, estas siempre por cuestiones jerárquicas, supone el mortal, lo rechazaron amablemente, puede también que en agradecimiento a la ayuda brindada en otros tiempos. Y algunas simplemente se asustaban y desaparecían.

Con el tiempo, las penurias y los concejos, las Ninfas fueron formando carácter y perspectiva, fueron creciendo y así llegaba el día en que, sin previo aviso, una luz las cubría y una diosa nacía. Esa era la última vez que él veía a su querida ninfa hecha diosa. 

Desde entonces va a esa misma playa, y se sentaba en esa misma roca a contemplar el firmamento, anhelando no ser mortal, para engañarse y pensar que todo podría haber sido distinto y alguno de sus amores podría haber sido correspondido. Mientras el miraba al cielo, las ahora diosas lo observaban desde la playa queriendo no ser diosas, para engañarse y pensar que todo podría haber sido distinto y su amor podría haber sido correspondido.

Lo que ninguno de ellos sabia es que a veces creemos superior y anhelamos algo que no existe, siendo que lo que siempre buscamos estuvo a nuestro lado. 

No me busques en el cielo, estoy a tu lado.
No soy un imposible, si un poco complicado.
Me encantaría quererte pero es que estoy dañado
El corazón hecho tiras, la razón ha ganado.
No te planteo un desafió, solo te cuento mi estado.

Ahora sabes que te espera si lo intentas, 
Doble trabajo tendrás, 
El de curarme e intentar quererme.
Obviamente no serás solo tu quien actué,
Yo seré yo siempre,
Y eso implica lograr verte radiante.
Con suerte una sonrisa robarte,
Renovando tú fe en el esfuerzo que implica
Remendar este corazón errante.




Bienvenidos sean a mi mente una vez más. Sabran disculpar el polvo y las telarañas. Procurare hacer una limpieza general, y retomar viejas costumbres de este lugar.
Hasta luego

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