Esperanza - El Camino

Bueno, eh aqui la segunda parte de esta historia. Para aquellas personas que no hayan leido la primera parte eh aqui el link:

http://perspectiva-erronea.blogspot.com/2010/06/esperanza-el-encuentro.html

Ahora si, espero esta segunda parte les guste tanto como la primera, tan pronto finalice la tercera parte la compartire con ustedes.






El Camino

La luz del bar era tenue, y sus visitantes se dibujan entre penumbras e ilusiones, envueltos en una neblina de alcohol y tabaco. Un ambiente en tonos sepia, el bar se va queriendo convertir en un recuerdo y ahí va ella adelantándose a la puerta, con mucha gracia y sensualidad a cada paso, cierta naturalidad en la forma en la cual ondean sus brazos, ella llevaba puesto unas zapatillas, un jean, y una polera blanca. Se apresuro al guardarropa que cuidaba la esposa de Gaspar, la señora Matilde. Esta le entrega, junto con una sonrisa un abrigo rojo que contrastaba con el recuerdo.
Nicolás era espectador de esta escena mientras terminaba tomar su estuche y cargárselo al hombro. En ella había algo que definitivamente daba a entender que no pertenecía a ese ambiente.

En ese momento Esperanza vuelve su mirada hacia él y le hace un ademan con la mano, a modo de decirle: “dale, vamos.”

Él asiente y avanza entre las mesas pidiendo permiso y procurando no golpear, y que nadie golpee, su estuche. Ella mientras tanto cruza el umbral hacia el mundo para esperarlo en la puerta.

Nicolás sigue abriéndose paso a través del bar, y con un breve gesto se despide de Matilde y Gaspar, dejando en claro de que era un adiós. El viejo Gaspar y Nicolás se entendían, nunca tuvieron grandes conversaciones, pero Gaspar es un hombre que entiende de miradas. Y aunque algo acongojado, respondió a esa última despedida. La señora Matilde, soltó un apenas audible “Hasta pronto.”

Y al fin llego él al umbral que lo separaba de su eterno recuerdo, ese ambiente añejado de memorias nostálgicas, viejas conocidas del pasado, pesares recurrentes a los que él, a pesar de todo les fue tomando cariño. Y por el otro lado ella, Esperanza, esa incertidumbre andante. Por supuesto no había ninguna decisión que tomar, el iba a salir por esa puerta, quería reencontrarse con ella.

Al salir fue como si se hubiese congelado el tiempo. Era una noche hermosa, faroles de antaño, algunos titilaban cuales guiños de amistad, las clásicas luces danzarinas de las calles atolondradas por alcanzar un destino desconocido; en el cielo la imponente luna, que en todo su esplendor, bañaba al mundo con su luz prestada, imposible olvidarse de esas pecas estelares que hacen compañía a esta dama nocturna y cambiante. Pero esa noche más importante y por sobre todo, estaba ella frente a él. Por un momento dudó si en verdad la luz provenía de los astros, o si, tal vez proviniese de ella.

Nicolás pensaba: “Es increíble, ella es una rosa en este campo de espinas y tréboles de 3 hojas.”

Ciertamente decir que se veía, que era, hermosa seria, dicho mal y pronto, quedarse corto.

Ella lo recibió con una sonrisa y en una búsqueda inconsciente tal vez, sus miradas se cruzaron. Sus ojos tan cansados con los de ella tan repletos de vida y energía. Sentía que no tenía derecho de mirarla, más estos lo invitaban a juntar el coraje de hacerlo y aceptar cualquier castigo que pudiese acontecer. Él no caiga en cuenta de cómo todo aquello estaba ocurriéndole. A él un pobre hombre, todo un bohemio venido a menos. Pero a pesar de toda la miseria que podía saberse a simple vista, ella le sonreía como si hubiese hecho algo para merecer tal obsequio.

Nicolás pensó: “Que hermosa mujer, nunca nadie podrá repetir o expresar la belleza de este momento, solo aquellos con imaginación y corazón podrían hacerse una idea de la belleza que estoy apreciando…“

Y dijo (se le escapo) en voz baja casi en un suspiro de redención con el mundo:
- que hermosa sos…

Esperanza: - ¿Dijiste algo? (sin soltar la sonrisa)

Nicolás: - Eh… ¡sí! (en un tono un poco apresurado) Que te ves muy bonita. (El baja su mirada abruptamente, sonrojándose un poco)

Esperanza: - (sonriendo aun más - no sabría decir si por el comentario, o el tono de inocencia y miedo que él utilizó al decirlo) Muchas gracias caballero.

(Él sonrió por lo bajo, muy sutil pero sincero)

Se quedaron en silencio un momento. Ella observándolo, como si lo estuviese estudiando, Él perdido en su mundo entre el sepia del bar y la luz a la cual le cuestionaba su origen.

Nuevamente ella da comienzo a un nuevo compás:
- Y ¿hacía donde vamos a caminar?
- (recuperándose y mirándola nuevamente) Hacía donde gustes.
- Vos sos quien quería caminar, así que decidí.
- Hay 2 caminos… podemos adentrarnos en el que esta por allí, y recorrer calles de presuntuosa oscuridad, o este otro repleto de luz y que deja en claro sus malas intenciones. ¿Cuál te gustaría seguir?
- Mmm… Aquel en el que nos podamos perder.
- ‘Aquel en el que nos podamos perder’ ¿por qué?
- Porque perdiéndose, es cuando se producen los descubrimientos más interesantes.
- (con unas sonrisa sutil) Supongo entonces que nos perderemos por estas calles penumbrosas.
- Que así sea.

Y comenzaron la caminata. Él caminaba del lado externo de la acera como solían hacer los caballeros de otros tiempos. Ella lo observo como caminaba a su lado, él guardaba una distancia que suponía respeto, viéndolo caminar con las manos en los bolsillos del sobretodo, con el estuche al hombro y mirando al cielo como quien busca una respuesta. Ella sonrió para sí y lo tomo del brazo e hizo que caminen juntos, verdaderamente juntos, compartiendo el momento.
Nicolás, en ese instante, volvió de ‘su’ mundo para encontrarse sorprendido ante tal situación, una situación que ciertamente se hacía más inverosímil a cada instante. Pero justo en ese momento sufrió un pequeño ataque de tos, pero que no afecto al ambiente que ella había creado y mucho menos a la sonrisa que le regalaba, y la sutil expresión de gratitud que en él se produjo.

Nicolás pensó: “¿Qué es este calor que siento en el pecho? No debo prestarle atención a esta sensación, voy a disfrutar de este regalo, de este milagro.”

Y esta vez fue él quien inicio la conversación:
- Esperanza, ¿puedo hacerte una pregunta?
- (riéndose) Que sean dos.
- (sonriendo) ¿Cómo es que fuiste a parar al bar del viejo Gaspar?
- Es una historia bastante tonta y simple, y dice más o menos así…

 (Fuente Imagen: http://imagenes.viajeros.com/fotos/a/al/aluianqi-1244521000-bg.jpg)

Espero les haya gustado, como ya les dije, tan pronto este lista la tercera parte la compartire con ustedes.

Hasta pronto.

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